domingo, 25 de octubre de 2015

Clase en ruso

Buenos días a todos,

hoy voy a explicar la clase que hicimos el pasado lunes en la asignatura de metodología de ELE del máster en FPELE. Anteriormente, se habían planteado dudas por parte de algunos de mis compañeros si era posible enseñar ELE con la lengua objeto, en todo momento, si son alumnos principiantes absolutos. Para responder a esta duda la profesora decidió que experimentásemos esa situación y así resolver esa duda.

El objetivo de la clase era saber si se puede impartir una clase de LE con la lengua objeto partiendo de un nivel principiante, es decir, los alumnos no tienen ningún conocimiento previo de la L2. Para ello, nosotros fuimos los alumnos de nuestra primera clase de ruso. Amanda, la profesora, usó durante la hora de clase la lengua objeto en todo momento y personalmente, no tuve ninguna dificultad para seguir la clase. El objetivo propuesto se cumplió, ya que la clase funcionó sin problemas y Amanda nunca usó otra lengua que no fuera el ruso.

Personalmente, la clase fue divertida, amena e incluso aprendí más de lo que esperaba. Amanda, además de usar una serie de estrategias, tuvo una actitud frente a nosotros que nos hizo perder la vergüenza desde el minuto uno, la clase, en general, se implicó en todo momento y hubo una actitud receptiva. Todo ello proporcionó que la clase fuese un éxito tanto por parte del docente como de los alumnos.

La profesora empleó distintas estrategias para facilitarnos la comprensión en clase. Por ejemplo, el contexto ayudó a entender la clase, es decir, la comunicación no verbal (gestos, mímica, señales). Cuando introdujo el tema que íbamos a trabajar (fiesta) para que lo entendiésemos hizo ver que bailaba. También me fijé que Amanda hablaba poco, la entonación era pausada y usaba las repeticiones como táctica para dar una idea, vocabulario, frases o explicar los ejercicios.
Otro recurso fue dar un modelo, es decir, la profesora no corregía directamente a nadie, pero sí repetía varias veces para que nosotros nos diésemos cuenta. En mi caso, cuando dije 'minya sabut' ella repitió 'zabut' para que lo pronunciase correctamente. Creo que está bien esta manera de corregir, porque no 'acusaba' a nadie directamente, ni hacía sentir vergüenza por equivocarse, todo lo contrario.

Además, las instrucciones siempre las mostraba con ejemplos, por lo que si la instrucción no quedaba del todo clara, con el ejemplo se entendía la finalidad. Estas instrucciones se caracterizaban por ser muy breves, sencillas y concisas. También las repetía varias veces por si no se comprendían.
Otra estrategia es que indicaba siempre la dinámica con la que se debía trabajar la actividad propuesta, a través de los gestos, señalizar, etc. Trabajamos un mismo tema con distintas dinámicas (individual, pareja, grupo-clase) y eso facilitó que la clase no fuese aburrida y pasiva. Una vez iniciada la actividad, la profesora no se quedaba en una posición estática en el aula, sino que iba pasando alrededor de las parejas o grupos para ayudar o supervisar si alguien necesitaba ayuda.


Para concluir mi reflexión, con esta vivencia he podido confirmar que no hay ningún problema en usar sólo el español. Aunque debo de tener en cuenta otros factores como las circunstancias de los alumnos, o tener una actitud adecuada para motivarlos y que estén predispuestos en el aula. 

1 comentario:

  1. Cristina, interesante reflexión en la que analizas desde el punto de vista metodológico todo lo que la porfesora hizo en clase para llevar a cabo la sactividades y cumplir con los obejtivos

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